TAXISTAS DE ERRENTERIA DEFIENDEN AL CHÓFER QUE NO TRASLADÓ A LA MUJER QUE PARIO EN LA CALLE

Insisten en que no tomó la decisión para no manchar su tapicería, sino por «el riesgo de salud» que suponía tanto para la madre como para la hija

El gremio de los taxistas en Gipuzkoa se ha visto envuelto en los últimos días en una polémica por el caso de un compañero que se negó a trasladar a una mujer a punto de parir en Errenteria, quien finalmente tuvo que dar a luz en la calle. La parturienta y su amiga aseguraron que el taxista evitó el traslado por miedo a ensuciar su tapicería, algo que ha enfadado y mucho al servicio de taxistas de la localidad, que niega que eso fuera así y ha lanzado un comunicado defendiendo la versión del conductor afectado.

En dicho texto, remitido por la Asociación Radio Taxi Viteri, señalan que el taxista que acudió al servicio «no se negó a la prestación del mismo por las razones» que se han expuesto, «sino porque lo que se encontró fue con un parto inminente». Asimismo insisten en que «los técnicos de la ambulancia que llegó en los primeros cinco minutos tampoco tomaron la decisión de mover a la madre, y posteriormente la doctora que atendió la emergencia explicó -en declaraciones recogidas por este periódico- que en esas circunstancias a la persona no se le debe mover».

Por ello, defienden que «de todo lo expuesto se decude que el taxista acertó con la decisión de no trasladar a esa persona por el riesgo de salud que suponía para esa mujer y su hija», y vuelven a reiterar que «no es cierto que se negara a hacerlo por el motivo que se ha dicho».

Por último, dedican unas palabras a «lamentar este hecho en el que se han visto afectados el colectivo de taxistas de Errenteria en general, el taxista al que le ocurrió en particular, y la familia que vivió esta delicada situación, finalmente con un feliz desenlace, de lo cual nos alegramos».

La historia de Mirjana

La protagonista de toda esta historia es la pequeña Mirjana, quien en un futuro podrá contar que nació un 23 de agosto de 2018 en plena calle Bidasoa, en Errenteria. Su madre, María Sabina, una joven de 27 años de Guinea Ecuatorial, contaba días después del accidentado parto que ella «lloraba, casi se me muere. Pensaba que iba a perderla». La mujer estaba a punto de salir de cuentas, pero se encontraba bien, no tenía contracciones ni síntoma alguno, pero rompió aguas derrepente en el sofá de su casa. Tras llamar a un taxi y salir a la calle, el taxista se negó a llevarla al hospital por el estado en el que estaba.

A los cinco minutos llegó la primera ambulancia, pero quienes la atienden dicen que no pueden hacer nada, que son «socorristas», no médicos ni comadronas. Tirada en la acera, María Sabina esperó la llegada de una segunda ambulancia, esta vez sí medicalizada, con una médico que por fin atendió el parto. Tras unos momentos de mucha tensión, la pequeña Mirjana llegó al mundo totalmente sana, dando el final feliz a su gran historia./El Diario Vasco

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