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UN ESTUDIO MUESTRA A LOS TAXIS CÓMO GANAR A UBER

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Imagen congelada de la recogida y bajada de los 150 millones de carreras que hacen los taxis de Nueva York cada año HubCab, MIT Senseable City

Miguel Ángel Criado (Materia).  Madrid.

Demuestra que los trayectos compartidos acaban siendo más cortos y eficientes. Se usaron datos de millones de viajes en taxis de Nueva York

En vez de arremeter contra la tecnología y de manifestarse por las calles de Barcelona o Madrid, o conseguir prohibiciones como la de Berlín, los taxistas podrían ganar la guerra de los coches compartidos a Uber y empresas similares con más tecnología. Solo tendrían que seducir a sus clientes para que compartieran trayecto con otros pasajeros. Un estudio del MIT con el flujo de taxis de Nueva York demuestra que el trayecto medio sería un 40% más corto y la espera no sería mayor de cinco minutos. Ganarían los taxistas (dos carreras en una), los clientes (tarifas más reducidas) y el medio ambiente, con un reducción significativa del tráfico y las emisiones.

Más que la ciudad de los rascacielos, Nueva York es la capital del taxi. La flota de vehículos con licencia es de más de 13.500 y, cada dos minutos, se piden unos 600 taxis. Contando sólo los que inician o acaban la carrera en Manhattan, al año tienen lugar 150 millones de carreras. ¿Y si se convierte cada carrera entre dos puntos en nodos de una red? Pues que se consigue una enorme malla en la que se pueden encontrar regularidades como que, en el trayecto entre un punto A y otro punto C, es altamente probable que un taxi pase por un punto B, donde podría recoger a otro pasajero sin tener que desviarse de su ruta.

Usando la teoría de grafos, un equipo de investigadores del Senseable City Laboratory del Intituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el Istituto di Informatica e Telematica del Consiglio Nazionale delle Ricerche de Pisa (Italia) y del Departmento de Matemáticas de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) han demostrado que la idea de compartir un taxi no es sólo factible sino que es la opción más racional y ventajosa para todos, salvo para sus nuevos rivales como Uber.

Para reconstruir el flujo de los taxis en Nueva York, los investigadores pudieron contar con todos los datos clave de aquellos millones de carreras: la posición de partida y la de llegada gracias al GPS de los taxis y por tanto de la duración del trayecto y la identificación de cada taxi por su licencia. Volcaron toda esa información sobre el mapa de Manhattan. La red generada estaba formada por los 150 millones de nodos (los trayectos) y la ingente cantidad de 100.000 millones de conexiones (solapamiento al menos parcial de dos trayectos). Y pusieron a correr sus algoritmos. En la versión más simplificada, si el pasajero 1 es recogido en el punto A y en su camino al punto B puede recoger al pasajero 2 y llevarlo al punto C sin desviarse de su ruta inicial ni aumentar la duración del trayecto en X minutos, se da una conexión entre nodos.

En su modelo, suponiendo que la paciencia de los pasajeros fuera de cinco minutos, en ese lapso de tiempo, casi el 95% de los trayectos podrían ser compartidos. En una situación más realista, en la que cada pasajero no tiene que esperar más de un minuto para que se le asignara un taxi, cada carrera podría ser compartida con otras 100. Tal como muestran en un artículo publicado en PNAS, los investigadores calculan que la duración total de los trayectos se vería reducida hasta en un 40%.

“El nuevo enfoque que hace este problema tratable es pensar en los trayectos como puntos o nodos de una red”, dice Carlo Ratti, del MIT y coautor del estudio. “Dos carreras están conectadas si los trayectos pueden ser compartidos sin generar inconvenientes a ambos pasajeros salvo un retraso mínimo establecido en, digamos, tres minutos”, añade. Los secretos de esta red pueden ser desenterrados con algoritmos informáticos que “emparejan los trayectos de una forma óptima, ofreciendo así la posible mejor opción de carreras compartidas entre los posibles clientes”, concreta Ratti.

Su modelo también demuestra que, al menos en teoría, el taxi podría ser compartido por más de dos personas. En el caso de la carrera triple, la red generada por todos los trayectos es ya una hiperred casi ingobernable por los algoritmos. Pero, si tres personas aún estuvieran dispuestas a compartir carrera, la mitad de ellas aún podrían serlo.

“Un sistema de este tipo podría beneficiar a los taxistas”, asegura Ratti. “La norma general establece que si tienes un sistema más eficiente, generas más ingresos por unidad. La cuestión es cómo se reparten los beneficios”, explica. El investigador ve dos casos extremos: Por un lado, si se cobra la misma cantidad por trayecto como ahora, pero el taxi lleva dos pasajeros en vez de uno, todos los beneficios son para los clientes. En el otro extremo, si se cobra a cada cliente como en la actualidad, pero van dos a bordo,toda la ganancia es para el taxista. “En realidad, se produciría algo intermedio”, afirma Ratti.

Su modelo aún sería más virtuoso. Además del ahorro, de la menor congestión del tráfico y la reducción de emisiones, habría hasta menos taxis vacíos. “Hay que tener en cuenta un hecho: si los precios bajan, más personas se animarían a coger un taxi, incrementando la demanda. Recuerde los vuelos de bajo coste, que han abierto un completamente segmento del mercado”, razona Ratti.

Los algoritmos y el sistema ideado podría, según los investigadores, ser fácilmente implantado en los actuales sistemas de gestión de taxis también en ciudades mucho más pequeñas que Nueva York. Una app instalada en los móviles sería la encargada de recoger las peticiones y combinarlas en menos de un minuto. Eso sí, habría que decir adiós a llamar un taxi con la mano levantada.

El estudio forma parte de Hubcab, un proyecto del MIT sobre movilidad urbana con el que se puede ver el flujo de los taxistas en la ciudad de Nueva York y cómo, con modelos como el propuesto, podría ser mejorado en pos de un tráfico sostenible. Para ellos, usan las matemáticas para explorar y cuantificar nuevas opciones de movilidad. En la web del proyecto se puede ver una simulación para viisualizar cuánto se ganaría con un modelo como éste.

Pero queda por ver el factor psicológico. En principio, no todo el mundo querría compartir taxi con un extraño y menos en Manhattan y eso es algo que los algoritmos creados en el MIT no podían tener en cuenta. Para Ratti, la respuesta podría estar en otras dimensiones de la llamada economía compartida. “Los servicios de alquiler de habitaciones como Airbnb muestran que la incomodidad de dejar entrar a un extraño en tu espacio personal se ve neutralizada al menos en parte por el dinero que se gana y por la oportunidad de enriquecer su círculo social. Y quién sabe, podrías encontrarte con alguien interesante en el asiento de atrás de ese taxi”.

SALUT Y BUEN VIAJE.

 

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¿CUÁL ES LA MEJOR CIUDAD PARA COGER UN TAXI?

DE LONDRES A NUEVA DELHI
Forman parte del paisaje urbano y en algunos casos se han convertido en auténticos iconos de las ciudades por las que circulan.
Repasamos algunos de los taxis más famosos y mejor valorados.

Cada ciudad tiene algo que la hace especial. Puede ser un monumento, un edificio, un plato típico… Es esa foto que la convierte en reclamo turístico, que la hace ser reconocible y reconocida en el mundo. Ese detalle fácil de recordar y de explicar a los demás que permite al viajero sentir una cercanía con el día a día del lugar que visita y que le hace estar un poco menos de paso. Los oriundos saben que existe tal cosa, que son un cúmulo de detalles los que hacen única a su ciudad. Ni Bilbao es solo el Guggenheim, ni Vitoria la plaza de la Virgen Blanca. Sin embargo, el turista carece del tiempo necesario y no le queda otra que usar atajos que retengan lo visto en su memoria. Uno de los flashes más fáciles de evocar son los taxis. En una gran ciudad, el paseante, sin quererlo, convive con el tráfico y en la multicolor caravana estos vehículos, todos perfectamente identificados y uniformados, se convierten en un repetitivo goteo que el subconsciente acaba por absorber. Eso para el que no se monta nunca en un taxi; que el que los usa seguro tiene alguna anécdota que le impide olvidarse del viaje.
Sin esforzarse demasiado, así a bote pronto seguro que acierta el color de los coches de servicio público de media docena de ciudades. Si le gustan los coches clavará hasta el modelo más común en la flota. Probemos.
– ¿Manhattan?…
– Amarillo
– Correcto. ¿Londres?
– Negro
– Sí. ¿México DF?
– Verde.
– ¿Venecia?
– Marrón. Espera. En Venecia no hay carreteras.
– Pero sí hay taxis, que van por los canales. Los llamados water taxis son unas elegantes barquicuelas que mejor sería llamar water buses ya que pueden transportar hasta 10 personas. Quizá para grupos sean interesantes. Navegar hasta el Marco Polo sale por unos 130 euros. Claro que nada más pijo que moverse a su aire lejos de los ‘proletarios’ vaporettos.
Sirva el ejemplo también para recordar que más allá de los típicos, preciosos y pronto extintos Victoria Crown que salen en todas las películas con Nueva York como escenario, el mundo está lleno de adorables taxis que regalan a la ciudad por la que circulan un aspecto especial. Repasamos algunos de los más llamativos.
Decir taxi es decir Londres. El Hackney Carriage o Black Cab es tan propio de la milenaria ciudad del Támesis como el té de las cinco. Son unos coches espectaculares. Amplios, cómodos, señoriales, caros a más no poder (tanto el vehículo como la carrera), pero absolutamente preciosos. Pura esencia. De hecho están considerados los mejores del mundo según una encuesta de hoteles.com. Claro que todo esto no es nada que no supiéramos antes de leer el artículo. Así que vamos con alguna curiosidad. La palabra castellana ‘jaca’ (Caballo cuya alzada no llega a metro y medio) y el Black Cab tienen el mismo origen. Los nombres queremos decir. Jaca, según la RAE, viene del castellano antiguo ‘Haca’, que deriva del francés ‘Haque’. Este término a su vez remite al inglés ‘Hack’, que no es más que el acortamiento de Hackney, un antiguo pueblo medieval -hoy absorbido por Londres- famoso por los caballos que allí se criaban. Ya ve. La próxima vez que aterrice en Heatrow (o en Stansted si vuela en low cost) pueda hacer el chiste malo de “vamos a coger la jaca hasta el centro”. Eso sí, le saldrá cara la tontería. Transport for London publica en su tabla de tarifas que el viaje entre el aeropuerto y el centro puede alcanzar las 85 libras (unos 102 euros).
La siguiente ciudad con los mejores taxis según la referida encuesta es Nueva York -qué se puede decir que no se haya contado ya; mientras que la tercera es Tokio. El aspecto de los taxis de la capital nipona no es tan conocido -salen en menos películas- aunque no dejan de tener algunas curiosidades dignas de mención. En 1995 Toyota desarrolló un modelo, el Crown Comfort, para que fuera usado como taxi en Japón. Es el mismo que se usa en Hong Kong solo que en la ex colonia está pintado de rojo y en la isla imperial son amarillos con una franja horizontal roja bajo las ventanas. Es el coche que también utilizan en las autoescuelas para enseñar a conducir. Algunos vehículos permiten hasta cinco pasajeros (como los hackney ingleses) y además montan de serie interesantes soluciones como que las puertas traseras las pueda abrir mediante un automatismo el conductor sin necesidad de bajarse del coche. Y es que los japoneses son muy prácticos y de hecho el automóvil es bastante espartano. Motores dos litros con 80 y 115 CV y llantas de 15 pulgadas. Nada que ver con los monstruos que se usan en otro países para el transporte público.

Por cierto, los taxis de Tokio tienen fama de ser los más caros del mundo. El trayecto del centro al aeropuerto -el que se usa de manera global para realizar el ranking- lo es. Cuesta unos 300 euros. Sin embargo, las instalaciones de Narita están a 60 kilómetros por lo que el precio kilómetro no sería el más elevado del planeta. Copenhague, con la pista a 8.000 metros del centro -alguno podría ir corriendo- la carrera sale por unos 37 euros. Según Moneycorp, que ha recogido estas tarifas la lista de precios por kilómetro, en dólares, la encabeza la capital danesa, (6,5), seguida de Ginebra (5.5). Tokio se queda en 4,4. También es caro el trayecto Malpensa-Milán, 106 dólares por 40 kilómetros. En comparación, en Sofía se hace el recorrido completo por 3.30 dólares.
Aunque volvamos a los taxis y su inconfundible aspecto. Algo digno de ver, siempre tan pulcro, ordenado y conjuntado es una parada de taxi alemana. En Berlín, por ejemplo, aunque son iguales en muchas ciudades germanas. Siempre bien surtidas, la fila de Mercedes Clase E, normalmente de la segunda generación con sus saltones faros que parecen unos ojos de sapo, parece un ejército listo para revista en sus uniformes beige. La verdad es que el color de los taxis alemanes no es nada atractivo, pero estos coches quedan de los más resultones.
Otro cantar eran los escarabajos verdes de México DF. Los ‘vochos’ eran quizá los coches más monos que se podían encontrar en una gran ciudad. Era ver uno -era, porque fueron retirados ya todos el 31 de diciembre de 2012- y dibujarse una sonrisa en la boca. La normativa obliga a que los taxis del país tengan menos de 10 años y el Beattle se dejó de fabricar en México en 2003.
Lo que es inagotable, en cambio, es la lista de taxis molones y no nos entrarían todos en un solo artículo. Qué decir de los negros y amarillos tanto de Buenos Aires como de Barcelona. O de los súper deportivos que han adaptado en Emiratos Árabes y otros países de Golfo para transportar a los adinerados visitantes. Y qué contar de los rickshaw de Nueva Delhi. Ahora todas las ciudades que quieren parecer modernas están poniendo en marcha servicios de bicitaxi con triciclos como los de India. Claro que si lo que se quiere es transporte no contaminante; ninguno comparable al de de Mijas.

SALUT Y BUEN VIAJE.

 
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TARIFA PLANA AL AEROPUERTO DE MADRID

La tarifa plana establecida en Madrid evita la taquicardia del taxímetro y la sorpresa de los suplementos

La clásica escena. Turista aterriza en ciudad desconocida y busca taxi desde el aeropuerto. Con el trajín del viaje es fácil distraerse, dejar que el taxímetro vaya sumando céntimos y tomar el itinerario zigzagueante del taxista como un interesante recorrido turístico. Incluso aceptar con vehemencia un suplemento imprevisto y desconocido que eleva la factura a la categoría de desorbitada y absurda. Si ese turista equis acaba de bajarse en el aeropuerto internacional de Narita (Tokio) puede agarrarse fuerte al asiento…le toca pagar unos 200 euros (20.000 yenes) para llegar al centro de la ciudad. El problema es que este aeropuerto se encuentra a una hora de trayecto.
Para evitar una situación parecida, Madrid Barajas ha establecido una tarifa plana de 30 euros de la ciudad al aeropuerto. Una cantidad que en el marco comparado la sitúa ligeramente por encima del resto de ciudades españolas, y en la media de las principales europeas.

«Lleguemos a un acuerdo»
El imaginario anglosajón se rige por la voluntad individual, ajeno a normas estáticas. Quizás por eso si nos llevamos a ese turista equis a London Heathrow la escena será algo distinta de la de Tokio, Narita o la de Madrid Barajas. Lo primero que le dirá ese taxista no será «a dónde», si no «por cuánto». La costumbre en ciudades como Londres o Nueva York es pactar el precio de la carrera antes de arrancar, aunque el precio suele mantenerse dentro de unos márgenes lógicos. La carrera desde London Heathrow hasta el centro de la City suele costar unas 40 libras (unos 47 euros).
En el resto de aeropuertos de la capital del Reino Unido los precios oscilan entre las 30 o 40 libras (35 – 47 euros) del London City Airport a las 70-100 libras (80-120 euros) de Gatwick o Stansted, que están en las afueras de la ciudad. También puede pactarse el precio del viaje en Nueva York, aunque es menos habitual. Desde la ciudad de Manhattan existe una tarifa plana al aeropuerto de 52 dólares (38 euros) más la indispensable propina de aproximadamente el 15%.

Las capitales europeas, más caras
La mayoría de las grandes ciudades europeas tienen precios más elevados que nuestra capital. Roma es garantía de desmayos y taquicardias. Y no es por culpa del famoso síndrome de Stendhal, si no por los 50 euros que cuesta desplazarse desde el aeropuerto Leonardo da Vinci o desde el de Ciampino, hasta el centro de la ciudad. Tarifa plana, sí, pero solo para algunos bolsillos.
Podría ser peor. En París, donde no existe ninguna tarifa base, los precios se disparan. Un taxi hasta el aeropuerto de Charles de Gaulle puede costarnos hasta 60 euros. Desde Orly, serían unos 50 euros.
Tampoco existe tarifa plana en Rusia, pero el taxímetro es algo más amable que en Francia. En Moscú hay tres aeropuertos principales (Sheremétievo, Domodiédovo y Vnúkovo). La carrera desde cualquiera de ellos es de unos 1.800 rublos (42 euros), pero por la noche puede subir hasta los 2.500 rublos (58 euros).
En Berlín no hay tarifa plana pero los trayectos desde el aeropuerto suelen salir bastante caros: entre 40 y 50 euros desde el aeropuerto de Schönefeld. Además, hay un suplemento de 1 euro por bulto. La única tarifa fija es para recorridos de hasta 2 kilómetros y es de 4 euros.

España, más económica
Afortunadamente, la carrera desde un aeropuerto nacional se mantiene en márgenes más razonables. Si salimos desde Barcelona- El Prat con destino por ejemplo a Plaza Cataluña estaremos pagando unos 27 euros. En Barcelona coexiste una tarifa fija para ir del aeropuerto al centro de la ciudad, pero sí un suplemento de 3,10 euros por entrada o salida del aeropuerto y de 2,10 euros para la estación de Sants.
Pero la palma dentro del territorio nacional se la llevaría Gran Canaria ya que el aeropuerto está a unos 27 kilómetros del centro de la ciudad y no existe tarifa plana. Desde la web de Taxi Gran Canaria se oferta un precio total de 35 euros.
En las otras islas el viaje sale mucho más barato. Desde la plaza de España de Palma de Mallorca y hasta el aeropuerto de Son Sant Joan el trayecto nos sale por unos 18 euros.

Otras capitales con tarifa fija
Sevilla es otra capital de provincia con precio cerrado . De 19,87 a 31,87 por la noche desde que en el año 2014 el alcalde de la ciudad, Alfonso Sánchez Monteseirín decidió atajar el problema de la picaresca de los taxistas.
También en Santiago de Compostela existe un precio fijo de 20 euros para el trayecto entre el aeropuerto de Lavacolla y el centro de la ciudad. Además existe la opción de cojer un autobus a un precio de 3 euros. En otras ciudades de Galicia, como La Coruña, la carrera oscila entre los 18 y los 20 euros, incuyendo un suplemento de 3,57 euros y otro por ocupación del maletero de 0,73€.

SALUT Y BUEN VIAJE.
 

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