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LA CRISIS ECHA EL FRENO AL TAXI

Uno de los últimos colectivos en sumarse a la modalidad de protesta-desnudo ha sido el de los taxistas. El pasado mes de marzo, en Valencia, cientos de chóferes se quitaron la ropa para ganarse la foto y lanzar así «un grito de desesperación» sobre la crítica situación que atraviesa su sector, tocado, como la mayoría, por la crisis. Es probable que sus compañeros de profesión en Gipuzkoa no acaben sin ropa, pero sí comparten la misma preocupación: la crisis también les está pasando factura.
La caída de clientes y de facturación es generalizada en todo el territorio, donde se contabilizan algo más de 700 licencias, representadas en dos asociaciones, Agitax y Gtaxi. Calculan que de media han perdido un 30% de trabajo, un descenso más acusado en municipios del interior, donde los taxistas han visto reducidos los servicios en más de un 50% porque apenas hay servicios interurbanos, revelan desde las dos asociaciones. El negocio del taxi pasa, pues, por momentos delicados, especialmente aquellos propietarios que están pagando el crédito para sufragar la licencia, lo que se traduce en jornadas laborables interminables, de hasta las 14 ó 15 horas diarias -muchas de ellas de espera en las paradas-, para poder llevarse un sueldo a fin de mes, aseguran los responsables de las dos asociaciones.
Los cambios derivados de la crisis no solo están teniendo efecto en la recaudación de los taxistas, sino que empiezan a transformar el propio funcionamiento del sector. En los últimos tres años, han aparecido los llamados taxis ‘pirata’, vehículos sin licencia que operan especialmente los sábados por la noche, camuflados entre la circulación para poder aprovecharse de la mayor demanda de clientes ligada al ocio nocturno, aunque ésta también haya bajado. Desde Agitax han contabilizado cinco casos, señala su presidente, Emilio Fernández. «Es un problema grave en las grandes ciudades, como Barcelona o Madrid. Aquí existen, pero en mucha menor proporción», cuenta. «Suele aparecer de vez en cuando algún caso. Pero enseguida se detecta porque en el gremio nos conocemos todos y la Policía Municipal -que inició una campaña de vigilancia desde el verano pasado- también hace muy bien su trabajo», afirma Goyo Alías, presidente de Gtaxi, a quien sí le preocupa mucho más «el intrusismo interno» entre compañeros de diferentes municipios que acuden a San Sebastián a recoger a clientes. Según explica Alías, la normativa no permite que un taxista con licencia de otra localidad suba en el taxi a un pasajero en la capital guipuzcoana, salvo excepciones recogidas en la normativa que regula el sector. Por ejemplo, sí es legal que un pasajero llame a un taxi de su municipio para que le recojan en Donostia. También es posible derivar servicios cuando la centralita está saturada, aunque esto sucede en contadas situaciones, apuntan desde la asociación. «Donostia es el caladero de clientes y, como las cosas están tan mal, cada vez vienen más taxis a ver si ‘pescan’ trabajo. Puede ser entendible, pero no es legal», argumenta Alías.
Hay más cambios que saltan a la vista. Dice Ángel Arribillaga, presidente de la compañía donostiarra Radio Taxi, integrada en la asociación Gtaxi, que «los viernes han desaparecido». El fin de semana ahora se limita a la mayor actividad del sábado por la noche. Tanto es así que la Guardia Municipal de Donostia ha tenido que habilitar desde hace ya varios meses un carril provisional para que puedan estar estacionados los taxistas que permanecen a la espera de clientes, sin que obstaculicen el tráfico, porque se acumulan demasiados vehículos en la parada del Boulevard. «Los sábados tampoco se forman aquellas colas que tanto molestaban a los clientes. El que quiere coger un taxi ahora lo puede hacer sin problema», remarca. «Eso, y que también hay menos tráfico. Circulamos mejor», ‘se vende’ para convencer a los clientes.
Hay menos trabajo, así que hay más taxis disponibles, una buena noticia para el pasajero, no tanto para el taxista. Como consecuencia, por ejemplo, en Donostia se ha suprimido la obligación de mantener un retén de vehículos a determinadas horas del día, una medida que el Ayuntamiento aprobó para intentar garantizar un buen servicio en las horas punta (de 7.30 a 9.30 horas, de 14 a 16 horas, y de 20.30 a 22.30 horas). «Ahora ya no hace falta», afirma Arribillaga. Para repartirse el cada vez menor trabajo, en la capital guipuzcoana se ha establecido un calendario laboral, que ya existía antes de la crisis, pero que ésta ha obligado a modificar. «Antes se podían trabajar todos los sábados, ahora se hacen turnos, y también trabajamos la mitad de festivos», especifica.
Emilio Fernández, representante de Agitax, reconoce que el del taxi es uno de los sectores que está sufriendo porque «no es un servicio de primera necesidad. El cliente tiene que elegir y la prioridad no es el taxi». ¿Y no se han planteado una reducción de tarifas para atraer precisamente a los clientes en estos tiempos? Porque al mismo ritmo que han caído los ingresos de los taxistas también lo ha hecho el poder adquisitivo de los potenciales pasajeros. Las dos asociaciones responden con un no rotundo. «No sería rentable, porque los márgenes que manejamos andan ya muy justos», argumenta Fernández. Desde Gtaxi, Goyo Alías asegura que la reducción del precio de la carrera «no es la solución. Con un planteamiento de una jornada laboral racional de 40 horas semanales, no sacamos ni para gastos. Las tarifas no reflejan la realidad. Somos nosotros mismos los que nos subvencionamos metiendo más y más horas».
¿Taxi compartido?
El sector ha estudiado fórmulas para captar clientes. Desde Gtaxi promovieron hace medio año la utilización del taxi compartido, de forma que la factura para llegar a un destino se divide con otros clientes. Eligieron el municipio de Urnieta para su plan piloto. Propusieron realizar la ruta Urnieta-Hospitales-Boulevard. «La idea no funcionó. No hubo prácticamente ningún servicio», así que han desechado la propuesta que, por ejemplo, sí funciona en otras ciudades como Madrid o Zaragoza y es todo un éxito en Nueva York. Precisamente de la Gran Manzana se han importado iniciativas popularizadas a través de internet que ponen en contacto a viajeros para compartir trayecto a un destino en común y pagar a medias el importe de la carrera. En Barcelona funcionan varias de estas plataformas webs, sobre todo para desplazarse desde el aeropuerto al centro de la ciudad y viceversa.
Para Goyo Alías, de Gtaxi, las posibles soluciones para el sector llegan tarde. «Las instituciones no han hecho bien las cosas durante los años de bonanza y ahora es mucho más difícil atajar el problema cuando no hay dinero», afirma. Critica que se haya invertido «un millón de euros» en la emisora única para el taxi, un proyecto del anterior equipo de gobierno foral que pretendía unificar todas las llamadas a un teléfono único al que, sin embargo, no se sumó esta asociación, con casi la mitad de las licencias de Gipuzkoa.
Para Gtaxi, otra de las cuestiones que quedan por resolver es el «exceso de licencias» en varios municipios del territorio, reflejado en la norma de contingencia del sector. Cita el caso de Pasaia, con 34 licencias de las que, según esa regulación, sobrarían 20. En Irun, con 58 taxis, deberían circular seis menos; en Azkoitia, con 8, hay dos coches en exceso y en Eibar, con 26, sobrarían 3, especifica. Por eso han solicitado a la Diputación y a los ayuntamientos que se ponga en marcha «un plan de rescate» de esas licencias sobrantes, lo que supondría tener que indemnizar al propietario de la misma con dinero salido de las arcas públicas, ya que las licencias de los taxis son concesiones municipales. También han reclamado al actual gobierno foral que «racionalice las líneas de transporte público, porque las hay deficitarias» y que se contemple al taxi como alternativa para esos trayectos interurbanos.

CIFRAS DEL SECTOR
106
personas están apuntadas en la lista de espera del Ayuntamiento de Donostia para optar a una licencia de taxi. El primero de ellos la solicitó en abril de 2010.
213.000
euros cuesta una licencia de taxi en San Sebastián. En otros municipios, el precio oscila entre los 90.000 y 130.000 euros, a lo que hay que sumar en todos los casos la tasa de transmisión y la compra del vehículo.
La asociación Gtaxi calcula que sobran 50 taxis en Gipuzkoa y pide un rescate de licencias
En Donostia, se ha tenido que regular la parada del Boulevard por los taxis que se acumulan los fines de semana./Diario Vasco

SALUT ETA JARDUNBIDE BIDAIA.

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