BADAJOZ, EL EUROTAXI SE HACE UN HUECO

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Los eurotaxis se diferencian del resto porque cuentan con una rampa, anclajes y espacio suficiente para que un usuario en silla de ruedas pueda subirse al coche sin tener que dejar la silla

Los eurotaxis llevan varios días dando que hablar. Un estudio elaborado por la Fundación Once y el Cermi (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) ha medido en los municipios españoles de más de 50.000 habitantes el porcentaje de vehículos adaptados para discapacitados.

Los datos del informe muestran el camino que todavía hay que recoger en este campo de cara al 2017, año en el que el real decreto del transporte marca como fecha tope para que todas estas poblaciones lleguen al 5% de su flota accesible.

Atendiendo a este criterio, Badajoz debería pasar de los cinco actuales (aunque el estudio solo cuenta a dos) a ocho para llegar al 5% legal entre los 143 vehículos con licencia en la ciudad. En el contexto nacional, el 3,5% actual deja a la flota local al borde de la tasa mínima a tres años vistas.

Los eurotaxis se diferencian del resto porque cuentan con una rampa, anclajes y espacio suficiente para que un usuario en silla de ruedas pueda subirse al coche sin tener que dejar la silla. La adaptación del vehículo, normalmente un monovolumen, la costean los propios taxistas, aunque algunos ayuntamientos y comunidades autónomas cuentan con subvenciones a las que pueden acogerse los propietarios de estas licencias.

Las ordenanzas solo marcan la obligación de que determinados vehículos puedan llevar a personas en sillas de ruedas, pero operan con la misma tarifa y funcionan también para el resto de clientes.

Juan Bueno es uno de los cinco adjudicatarios del eurotaxi en Badajoz. El Ayuntamiento sacó la licencia hace cinco años y decidió cambiar la normal que ya tenía por la accesible. Confiesa que, aunque no resulta tan rentable porque los monovolúmenes gastan más combustibles que los turismos, no lo cambiaría por nada del mundo. Valora mucho el trato humano y la relación de complicidad con los clientes. «Son gente que te llaman cada pocos días y con el paso del tiempo ya tienes una relación de amistad». Mayores que viven en residencias y necesitan salir por la ciudad, discapacitados que no pueden conducir o conductores que temporalmente van en silla de ruedas y dejan de utilizar su coche son los clientes que suelen reclaman este tipo de servicios.

Juan habla de una sensibilidad especial para desempeñar este trabajo y no en el tramo, también a la hora de conducir. «Algunos apenas se pueden mover de la silla y si pegas algún volantazo o algún frenazo se mueren de dolor, sufren mucho».

Por eso no entiende como algunos conductores le pitan o le insultan cuando va despacio por la calzada. «Yo no puedo hacer movimientos bruscos y cuando conduzco tengo que tener en cuenta el bienestar de quien llevo, por eso no voy a la velocidad que se mueven algunos. Falta un poco de sensibilidad». Esa misma concienciación reclama para superar el rechazo de algunos usuarios que al acercarse a la parada evitan el eurotaxi.

Para el director de Accesibilidad Universal de Fundación ONCE, Jesús Hernández, la existencia de este tipo de vehículos resulta imprescindible porque permiten que muchas personas puedan desplazarse con regularidad y a cualquier hora a cualquier sitio. En la ONCE entienden que, además, se enriquece la oferta turísticas, ya que viajeros con problemas de movilidad tienen una opción como el resto para desplazarse por las ciudad.

SALUT Y BUEN VIAJE

 

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