TAXI, ESTERCOLERO Y POLÍTICOS

Que el taxi del Camp de Tarragona huela a podrido es algo que no pasa desapercibido en el sector, debido a que una mayoría importante trabaja fuera de la ley del taxi de Catalunya, o sea, practican la intromisión contradiciendo su artículo 22.1, de la Ley 19/2003.Que esto suceda, en parte es culpa de la Administración… pero en sí, los responsables directos son los políticos implicados en tal cuestión. Decir políticos es decir concejales con implicación directa, alcaldes, consejos comarcales, el delegado de la Generalitat, el director territorial de Transports, el director general de Transports i Mobilitat, el Sr. Pere Padrosa Pierre, y, cerrando responsabilidades, el Honorable Santiago Vila y Vicente, consejero de Territori i Sostenibilitat. Pues bien, todos, anteriores y presentes, son responsables de que el sector del taxi esté como está, dejado de la mano de Dios… como diría mi primo Revilla: «ancha es Castilla». Que los responsables de gobernar se cubran las espaldas y escurran el bulto esperando que el gremio se ponga de acuerdo en concretar un espacio conjunto de trabajo (área de prestación conjunta) es tan ilusorio como pensar que uno es eterno. Imposible que bajo este prisma pueda existir algún día una regulación colectiva en el Camp de Tarragona donde la dignidad del sector del taxi se vea limpia de forma gremial, o sea, que se respete la ley en su forma y fondo, cuestión esta que deja mucho de desear a día de hoy.
Así, no es de extrañar ver a taxis de municipios pequeños haciendo servicios fuera del mismo, para agencias y empresas de distinta índole… al igual que las grandes ciudades tienen tomadas los municipios pequeños con la excusa de que el taxista nunca está en el pueblo…
Aparte, también tienen contratos con empresas donde recogen a sus clientes fuera de su jurisdicción a sabiendas de la propia Administración.
¿Qué puede hacer el político para evitar este galimatías y poner orden donde hay desorden? Por una parte, puede actuar por el interés general regulando el sector en el Camp de Tarragona, o por la otra, puede seguir calentando la silla, seguir chupando de la sopa boba, que, al fin y al cabo, tampoco se vive mal obviando los problemas del sector y del usuario del taxi.
Como diría Albert Einstein: «La vida es peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.»  /Diari de Tarragona.

SALUT Y BUEN VIAJE.

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