“ME ABRIÓ LA CABEZA CON UNA BARRA DE HIERRO Y ME DEJÓ CIEGO POR UNOS MINUTOS”

Se trata de una de las lacras de este gremio, que desde hace años lucha para acabar con estos «estafadores que nos quitan el trabajo». Son los «piratas del taxi». Utilizan su vehículo particular, ofrecen el mismo servicio que los taxistas, pero sin licencia y sin someterse a la regulación municipal vigente.

Desgraciadamente para los taxistas madrileños los términos «taxi» y «pirata» están ligados desde hace mucho tiempo. Se trata de una de las lacras de este gremio, que desde hace años lucha para acabar con estos «estafadores que nos quitan el trabajo». Son los «piratas del taxi». Utilizan su vehículo particular, ofrecen el mismo servicio que los taxistas, pero sin licencia y sin someterse a la regulación municipal vigente. Y la mayoría de ellos «trabaja» desde el aeropuerto de Barajas y estaciones de tren como Atocha.

Pero el de los «piratas» del taxi ya no es sólo un problema de licencias e impuestos, desde este jueves se ha convertido en una cuestión de seguridad. Y es que hace sólo dos días, en la Terminal 1 del Aeropuerto de Madrid-Barajas uno de estos «piratas» agredió con una barra de hierro a Francisco, un taxista de 50 años que ayer aún se recuperaba de las heridas que le causó y que tardaron más de cinco horas en curarle.

Los hechos ocurrieron alrededor de las 18:00 horas, cuando Francisco, que se encontraba situado en la cabecera de la bolsa de taxis –donde esperan a los viajeros que requieran sus servicios–, vio cómo «un hombre se dirigía desde la salida del aeropuerto hacia el final de la bolsa de taxis con cuatro personas. «Yo pensé que era un taxista y que, a lo mejor, los clientes querrían pagar con tarjeta de crédito y, en vez de subirse en el primero de la cola, les derivaron a alguno de los de atrás que tuviera un datáfono; algo que ocurre a menudo».

El enfrentamiento llegó cuando Francisco observó que la persona en cuestión cruzaba la calle donde esperan los taxis y se metía con los clientes en un coche que estaba en la vía paralela. «El vehículo no tenía ni la raya correspondiente ni taxímetro ni nada, por lo que me acerqué». El «pirata» tenía la ventanilla del piloto bajada y todavía quedaba uno de los pasajeros fuera del coche cuando Francisco le reprochó con un «¡qué haces, no eres taxista!», a lo que el presunto agresor le contestó «déjame, que tengo hambre». Fue en ese instante cuando Francisco intentó explicar a los pasajeros que les estaban estafando, momento en que el «pirata» se bajó del coche y «se dirigió al maletero para coger una barra de hierro, con la que me golpeó el pecho y una rodilla». Por si fuera poco para la víctima, lo peor estaba por llegar, ya que se acercó otra persona y, entre él y el otro, echaron a Francisco al suelo y «comenzaron a patearme», aseguró el taxista. Pese a la agresión que estaba sufriendo, la víctima logró levantarse e intentó ir hacia donde estaban sus compañeros, que se acercaban para socorrerle, pero fue darle la espalda a los presuntos agresores y recibir un «golpetazo con la barra de hierro en la cabeza que me dejó ciego durante un minuto», aseveró. «No me lo esperaba, nunca pensé que pudieran llegar a esto. He visto discusiones con los «piratas», pero nunca que se llegara a las manos.

Detenidos en el acto

Cuando recobró la vista, algunos compañeros le comentaron que el «pirata» le decía al otro presunto agresor «¡saca la cheira!» –que en el argot delictivo significa navaja–. «Cuando me lo contaban, el tío seguía ahí, como si no hubiera pasado nada. Preguntaba por sus llaves, que se le habrían caído. Es más, llegó la Policía y, gracias a un trabajador de limpieza, que vio dónde escondieron las armas, se las incautaron y les detuvieron allí mismo». Francisco fue conducido al Hospital Ramón y Cajal, donde le realizaron pruebas neurológicas hasta las 00:30 horas.

La Asociación Gremial de Auto-taxi denunció ayer en un comunicado esta agresión y la situación de impunidad que disfrutan los «piratas». y que, aseguran, reclaman «a diario». Además, aconsejaron no utilizar esos servicios, puesto que «no ofrecen ninguna garantía».

SALUT Y BUEN VIAJE.

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