LA MUERTE POR INFARTO DE UN TAXISTA EN “LA PALOMA” CRISPA AL GREMIO POR LA FALTA DE MEDICOS

La unidad de atención sanitaria del aeropuerto fue suprimida por Fomento en agosto para ahorrar 200.000 euros al año.

Simeón no pudo cumplir su deseo de jubilarse. Ayer falleció en el interior de su taxi, a consecuencia de un ataque al corazón, cuando esperaba su turno en la parada del aeropuerto de Loiu para transportar a un nuevo cliente. Tenía 63 años. Su muerte causó indignación entre sus compañeros, que se concentraron de manera espontánea durante unos minutos, a última hora de la tarde. Varios de ellos habían corrido hasta el servicio médico de ‘La Paloma’ para dar la voz de alarma e intentar recabar la ayuda de un doctor. Sin embargo, se dieron de bruces con una puerta cerrada «a cal y canto». Desde el pasado 1 de agosto, el aeródromo vizcaíno carece de un equipo sanitario para atender emergencias en la terminal. El Ministerio de Fomento decidió prescindir de esta unidad para ahorrar 200.000 euros al año.
Los hechos sucedieron sobre las 17.30 horas. Hacía unos instantes que había aterrizado el vuelo de Lufthansa procedente de Munich y los taxistas aguardaban la llegada de los pasajeros para prestar un nuevo servicio. Simeón acababa de estar hablando con sus colegas en el habitual corrillo que el gremio forma en la zona de Llegadas para matar el tiempo durante las largas esperas. El veterano profesional -contaba con la licencia número 8 de Sondika- se había montado en su coche para ponerse en marcha. Sin embargo, le sobrevino el infarto. «Nos dimos cuenta de que algo extraño pasaba porque la cola iba avanzando, a medida que los vehículos recogían a los clientes, pero Simeón no se movía».
Cuando acudieron a ver qué le pasaba, sus compañeros le encontraron enfermo, al borde del colapso. Fue entonces cuando varios de ellos salieron corriendo hacia la terminal con el propósito de avisar a los médicos, que desde los orígenes de ‘La Paloma’, a principios de la década pasada, disponían de un cuarto de socorro a escasos cien metros de la parada de taxis. La relación entre ambos colectivos era buena y fluida. De hecho, no era raro que los profesionales del transporte acudieran al dispensario por algún problema de salud o una urgencia, como recordó a principios de verano uno de los facultativos que cubrió el último turno del servicio en ‘La Paloma’, el pasado 31 de julio.
Sin embargo, el chasco que se llevaron al aproximarse a la puerta fue mayúsculo. «No había nadie al otro lado». Se llamó a una ambulancia. «Tardó unos siete minutos en llegar. Vino rápido, pero a nosotros se nos hizo eterno», relataba uno de los testigos presenciales , dos horas después de los hechos. «Ha sido muy duro perder a un compañero de esta manera», añadía, visiblemente abatido.

40 minutos de reanimación
Durante «40 minutos», las asistencias -una dotación de la Cruz Roja y una UVI móvil de Osakidetza- trataron sin éxito de reanimar a Simeón. Incluso se llegó a movilizar un helicóptero del Servicio Vasco de Salud, pero fue en vano. Falleció poco después de las seis de la tarde. Sus amigos se mostraron consternados. «Si llegan a estar los médicos, a lo mejor hubiera perdido la vida igual ; o quizás no. Eso nunca lo sabremos», se lamentó uno de los taxistas. «Lo que nos parece increíble -terció otro- es que un aeropuerto internacional como el de Loiu haya suprimido el servicio de socorro».
Fomento justificó en agosto la no renovación del contrato de los médicos con el argumento de que ni la ley ni las recomendaciones internacionales de seguridad obligan a un aeródromo como ‘La Paloma’ a tener a un grupo de doctores en nómina. Los profesionales prestaban casi 3.000 asistencias al año.

SALUT Y BUEN VIAJE.

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