ASÍ TIMAN ALGUNOS TAXISTAS EN MADRID

Los taxistas de Madrid, aunque no todos, siguen timando a sus clientes cuando pueden. Una carrera desde la Terminal 1 de Barajas hasta la glorieta de Pirámides, al Sur de Madrid, debería costar 30 euros. Lo mismo que hasta la avenida de América, uno de los barrios más cercanos al aeródromo. El Ayuntamiento de Madrid impuso, mediante una polémica normativa, que el viaje desde o hasta el aeropuerto con origen o destino en el interior de la M-30 cueste 30 euros. La normativa municipal busca evitar vueltas más largas de lo habitual, un timo que tradicionalmente han sufrido los turistas extranjeros. Pero hecha la ley… hecha la trampa.
El Confidencial puso a prueba al gremio poniendo como cebo a una ciudadana de provincias que pisaba por primera vez la gran ciudad. Un único simulacro bastó para constatar que el taxista que puede, engaña a su cliente. En este caso, el chófer era un individuo con más de treinta años de experiencia al volante, según él mismo confesó a la usuaria en lo que fue un auténtico timo-viaje. La estafa la planeó incluso antes de empezar la carrera, cuando fue testigo de una conversación telefónica en la cual la cliente-cebo dejaba en evidencia su inexperiencia en la gran ciudad.

La falta de profesionalidad del chófer se evidenció antes de arrancar. La falsa turista le notificó que la tirada finalizaba en la glorieta de Pirámides, uno de los trayectos con los que la nueva ley más favorece al usuario al ser uno de los barrios más alejados de Barajas, a 22 kilómetros de distancia. El taxista no tuvo ningún pudor en aplicar la tarifa 5, la de los viajes de Barajas al exterior de la M-30. Estas carreras cuestan 20 euros fijos más un coste variable en función de los kilómetros del trayecto.
En los veinticinco minutos que duró el viaje, el conductor mostró su cara más amable con la usuaria, a la que intentó convencer de que ir por el cinturón exterior era la mejor opción para llegar antes al destino final “porque no hay semáforos”. Julio Moreno, presidente de la Asociación Gremial del Autotaxi de Madrid, aseguró que el camino elegido por el taxista efectivamente era el más directo para ese trayecto, pero no la tarifa que se aplicó a la usuaria: “El taxista ha hecho el trayecto óptimo, por el que antes llega a su destino. Pero en ningún caso debió utilizar la 5. Está prohibido“, constató cuando El Confidencial le desveló el timo-viaje al que había sido sometido. Para evitar casos como este, Moreno anima a los usuarios que se percaten de que están siendo estafados a que apunten la matrícula del taxi y “lo denuncien, para poder sancionar a los conductores infractores”.
En otro momento del trayecto, la usuaria sacó el tema de la mala fama que se han ganado los taxistas, señalados a menudo por intentar timar a los extranjeros. Lejos de amedrentarse, sacó pecho y defendió su honradez y la de la mayoría del sector, como si el recorrido que estaba haciendo en ese momento no estaba traspasando los límites de la legalidad. “Esos son algunos, pero muy pocos. Yo duermo con la conciencia muy tranquila todas las noches”, se atrevió a sentenciar sin pudor.
La cliente-cebo quiso poner todavía más a prueba los límites de la desvergüenza del taxista. Sin salirse ni un momento del guion de que era su primera vez en la gran ciudad, preguntó por el abanico de precios que aplican. El conductor entró al detalle. “La tarifa 1 es para Madrid; la 2 para los viajes de noche, entra las nueve de la noche y las seis de la mañana; la tarifa 3 para la zona B, la que no es Madrid, y la 5 la que se aplica desde el aeropuerto”. No titubeó cuando se inventó el significado de la carrera que debería estar aplicando a ese viaje, la tarifa fija de cualquier viaje de Barajas a Madrid centro:
– ¿Y la tarifa 4?
– Esa es… para el centro.
– ¿Si quiero ir de Cibeles a Plaza de España, por ejemplo?
– Exacto.
Cuando acabó la carrera, tras pasar por la M-40 y la M-30, el taxímetro marcaba 37,50 euros. Siete euros y medio más de lo que el cliente debería pagar por ese trayecto. El abuso le debió parecer suficiente, porque no le cobró el suplemento de 5,50 euros que se aplican a los viajes que se hacen desde el aeropuerto hasta cualquier punto de Madrid fuera de la M-30.
El engaño no terminó ahí. Cuando la usuaria pidió el recibo del viaje, el experimentado conductor le entregó un ticket falso, hecho a mano, en el queno aparecían su licencia, ni el número de operación ni la tarifa que aplicó. Simplemente se limitó a transcribir, a bolígrafo, la fecha y el coste del rodaje. Y se despidió, sin perder la sonrisa, tras encenderse un pitillo.
– Bienvenida a Madrid.

SALUT Y BUEN VIAJE.

 

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