ANECDOTAS DE TAXISTAS – DIEGO PEREZ

Corrían los años 90, Internet aun no estaba instaurada como herramienta oficial de relaciones sociales y mucha gente se servia de la ‘Sección de amistad’ de los medios de comunicación para ampliar sus horizontes personales.

Diego aparco su taxi esperando a algún cliente en una aburrida tarde sin mucho trabajo. Cogió un libro y fue a amenizar su espera a un banco cercano que estaba a la sombra. Poco después una chica se acerco a el: “¿Eres tú…?”, sin darle tiempo a seguir, el taxista se levanto y se fue caminando a su vehículo. “Si, si…vamos, he aparcado ahí”, la chica lo siguió algo extrañada: “Te imaginaba mas alto, la verdad…”, le espeto.

A esas alturas ambos estaban un poco extrañados. Diego, asombrado aun por las expectativas de esa señorita en cuanto a taxistas, pregunto tratando de alcanzar la normalidad: “¿A donde vamos?”, pero la pregunta no hizo más que incomodar esa situación. “Ay, pues no se, donde tu quieras Diego”, contesto la chica.

Tras unos momentos de surrealismo, llego el momento culmen de aquella situación. Aquella chica, había quedado con un desconocido a través de la sección de ‘Busco amistad’. La casualidad se apodero de esa tarde, porque el chico se llamaba igual que el taxista, habían quedado en el mismo banco y también habían comentado que iría vestido igual que el protagonista de nuestro reportaje de hoy.

Esta es tan solo una de las 60 historias que te puedes encontrar en ‘Anécdotas de taxistas’‘, un libro escrito por Diego Pérez, ligado a su taxi casi media vida. Su profesión le ha hecho pasar muy buenos y malos momentos que se recogen en las paginas de este libro. ¿Quieres saber un poco mas de el y sus historias?.

Anécdotas de Taxistas nos muestra algunas de las aventuras más divertidas de este gremio. Una prueba de que tras el retrovisor de sus coches estas personas son testigos de lo variopinto de la condición humana.

El asiento trasero de un taxi es el escenario por el que desfilan todo tipo de personajes y donde suceden las historias más insospechadas. Cada vez que se baja la bandera se sube el telón y empieza el espectáculo: pasajeros que duermen como marmotas, famosos adivinos que se aparecen por toda la ciudad como visiones, machotes de cadena en pecho, ejecutivos agresivos y familiares aún más agresivos; urgencias que no son tales, partos inminentes y un sin fin de situaciones cada cual más surrealista que aseguran la carcajada.
ENTREVISTA:

– La primera pregunta es casi obligada, ¿cómo se mete un taxista a escritor?, ¿qué te motivó a lanzarte a esta aventura?

En primer lugar te diré que soy un lector impenitente y, como tal, uno siempre fantasea con la posibilidad de contar sus experiencias en un libro, en este sentido el taxi ofrece unas oportunidades casi infinitas de acumular vivencias que, dependiendo de la receptividad de cada uno, pueden resultar muy enriquecedoras. Por otro lado, tuve la gran fortuna de que una buena amiga me ofreciese la ocasión de publicar algunas de estas experiencias y por supuesto no la rechacé.

– ¿Tienes alguna anécdota con algún personaje famoso al que hayas llevado?

Por supuesto que sí, he tenido ocasión de dar servicio a decenas de famosos de toda índole, pero en este tema prefiero no incidir. Opino que los trayectos en taxi son una parte del ámbito privado de la vida de estas personas y yo no soy quien para aventar privacidades.

No obstante me voy a permitir recordar el cariño con que me trató el gran actor Manuel Alexandre o la simpatía y cercanía que tuve el placer de disfrutar en varias ocasiones por parte de Almudena Grandes o de Elvira Lindo y tantos otros con los que he tenido oportunidad de intercambiar siquiera algunos pareceres de la actualidad y que están en mi recuerdo y sería imposible enumerar aquí.

– ¿Alguna vez has deseado bajar a alguien de tu taxi en marcha?

En marcha no, que se pone todo perdido. Bueno hablando en serio, la verdad es que en ocasiones tenemos que sacar paciencia de donde no la hay, pero esto ocurre en todos los trabajos donde el trato con el público es directo, si bien es verdad que en el servicio del taxi se dan una serie de circunstancias que pueden agriar un poco más esta relación: prisas, nervios, atascos…

Además, hay que contar con los prejuicios que algunos clientes (los menos) tienen contra el taxista, esto es lo que peor llevo de mi profesión. Por el mero hecho de desempeñar este trabajo se nos presupone: machistas, insolidarios, xenófobos…Además, a mí no me gusta el fútbol, lo juro.

– De las historias que se pueden encontrar en tu libro son casi increíbles, en el sentido más literal de la palabra, como por ejemplo esas coincidencias en la historia de ‘Sección amistad’ ¿algunas las has exagerado o realmente han sucedido así?

No sólo no las he exagerado, sino que algunas de ellas las he tenido que “endulzar” para que sean más verosímiles. En particular la anécdota de “sección amistad” hay que contextualizarla en los principios de la década de los ’90 donde, aunque ahora nos parezca imposible, no existían ni los teléfonos móviles, ni internet y una habitual forma de contacto entre jóvenes era el intercambio epistolar a través de publicaciones afines entre ellos, con los consiguientes malentendidos que en ocasiones se producían.

– En el libro incluyes casi 60 historias, ¿Alguna que se te quedara en el tintero y alguna que te arrepientas de no haber incluido?

En el tintero quedan muchas, como dije antes este oficio ofrece un trabajo de campo casi infinito, pero en pos de una lectura amena y para evitar el tedio del lector, la editorial, con buen criterio, las limitó a estas 59. En cuanto a mis arrepentimientos sólo me cabe uno serio; no haber incluido una anécdota que le sucedió a mi padre cuando también desempeñaba este oficio, en los primeros años ’60 del siglo pasado, esta quedó reflejada en la prensa de la época como “acto heroico” de los entonces “ángeles del volante”.

– De las historia del libro, ¿cuál recuerdas con más cariño?, ¿y cuál con más ‘odio’Las que recuerdo siempre con más cariño son las relacionadas con las premuras de las parturientas, soy un sentimental y todo lo relacionado con los pequeñajos me ejercita el lagrimal. En cuanto al odio, soy de poco odiar pero quizá una de las más desagradables fue la titulada “Donde no hay patrón…”, en ella me vi obligado a hacer de mediador entre mi agresor y mis clientes, que a la postre descubrí como verdaderos peligros públicos.

– ¿Qué opinas de esa frase que dice que un taxista es como un psicólogo?, ¿alguna vez has tenido que ejercer como tal?

Creo que este tema se toca con un poco de frivolidad. Considero que la psicología, como tantas otras ramas del saber, requieren de una formación académica de la que yo carezco (y creo que una gran parte de mis compañeros taxistas también). Otra cosa es la empatía que cada individuo pueda desarrollar con el prójimo y la capacidad de interactuar con los sentimientos ajenos y propios, en este sentido me veo más como un consejero sentimental o como un punto de apoyo neutral que en algunas ocasiones a todos nos viene bien a la hora de tomar decisiones complejas, a esto se le puede llamar psicotaxi sin temor a enfadar a ningún colegiado.

– ¿Habrá segunda parte de ‘Anécdotas de Taxistas’?

Claro que me gustaría, pero eso no está del todo de mi mano, como es lógico depende de la acogida que tenga este primer libro y las oportunidades que el destino me depare. Con un poco de suerte podría incluir la anécdota que le ocurrió a mi padre, antes referida.

SALUT Y BUEN VIAJE.

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Un pensament a “ANECDOTAS DE TAXISTAS – DIEGO PEREZ

  1. Diego Pérez

    moltes gràcies m’heu tractat molt bé

    Diego Pérez
    (no estoy seguro de haberlo escrito bien, si no es así perdón)

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