Arxiu mensual: març de 2017

ALTRES GUERRES DEL TAXI

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Disturbis ocasionats en 1932 per les divergències entre taxistes de la Casa David i altres empreses al Passeig de Gràcia de Barcelona – Brangulí

En els anys trenta, l’intrusisme va provocar una inflació de l’oferta: quatre mil vehicles per a una ciutat que acabava d’arribar al milió d’habitants

És difícil passar per la vorera dreta del carrer Aribau, entre la Diagonal i Travessera de Gràcia, sense aixecar la vista cap a la cúspide triangular d’aquest edifici de port novaiorquès que identifiquem amb el Drugstore David. Em preguntava el per què del nom del immoble fins que, llegint un reportatge d’Irene Polo a la revista «Imatges» (25 de junh de 1930), vaig descobrir que tan atractiva edificació va ser la seu de la companyia de taxis David, fundada per Josep M. Armanqué i la més important en els anys previs a l’Exposició de 1929.

Des de 1924, i segons el codi aprovat per l’ajuntament barceloní, el cotxe dedicat al transport urbà havia d’incorporar un taxímetre i establir les seves tarifes segons les característiques del vehicle i el servei: si preníem un luxós Hispano Suiza amb xofer uniformat, ens tocava la tarifa blau: 80 cèntims per quilòmetre; si el cotxe era de nivell mitjà, tarifes més groga de 60 cèntims i si el vehicle era vulgar, tarifes més vermella de 40 cèntims.
Disturbis ocasionats en 1932 per les divergències entre taxistes de la Casa David i altres empreses al Passeig de Gràcia de Barcelona.

En inaugurar l’Exposició van proliferar els conductors que es compraven un automòbil de segona mà per a dedicar-lo al servei de taxi. Tal intrusisme -que no lliure competència com passa ara amb Uber- va provocar una inflació de l’oferta: quatre mil vehicles per a una ciutat que acabava d’arribar al milió d’habitants i recentment estrenava el metre; el miler de la companyia David davant els tres mil autònoms nouvinguts.

La guerra entre els «davids» -que mantenien el sistema de tarifes instaurat pel consistori- i els «fortunes» i «barcelones» -que oferien la cursa a una pesseta- va ser cruenta: «Pel que pugui passar, per tornar a casa prendré el tramvia », concloïa Pol en el seu reportatge.
Encara que l’ajuntament de 1930 -faltaban pocs mesos per a la proclamació de la República-, havia unificat la tarifa en 60 cèntims per quilòmetre, el caos del taxímetre va perdurar fins a 1934. En plena recessió econòmica, amb la inflació desbocada, la companyia David va establir una línia de baix cost que va batejar com Goliath, d’acord amb els temps d’estretors que s’acostaven i per neutralitzar el «dumping» que suposava l’intrusisme professional.

«Nihil novum sub sole», que diria el clàssic. La Barcelona actual ha esdevingut al paradís dels intrusos. Utilitzar el «bicing» és una cosa legal i beneït pel nostre consistori: però les bicicletes segueixen sent «objectes circulants no identificats», capaços d’escapolir -a diferència dels cotxes i motos matriculats- de responsabilitat civil en cas d’atropellament. Els manters ocupen dia si i dia també la Rambla o l’avinguda Maria Cristina quan els ramats de turistes trashuman cap a les fonts lluminoses de Montjuïc; els intrusos que infesten les xarxes de notícies sense contrastar aliens al més codi deontològic i els tertulians que opinen de tot, encara que no sàpiguen res sobre el que opinen. I, és clar, la falsària «economia col·laborativa» de Uber. Missatge per a navegants neoliberals de manual: l’intrusisme sense llei enverina la lliure concurrencia.

SALUT I BON VIATGE

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EL 80% DE LOS TAXISTAS ITALIANOS SECUNDA LA HUELGA CONTRA EMPRESAS COMO UBER

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Roma, 23 mar .- Más del 80 % de los taxistas italianos, según cifras de los sindicatos, han secundado hoy una huelga en Italia en protesta por la falta de regulación de las empresas de servicios de alquiler de vehículos con conductor o de compañías como Uber.

 La huelga, que comenzó a las 8.00 horas locales (7.00 GMT) y concluirá a las 22.00 horas locales (21.00 GMT), fue convocada por las entidades Unica Cgil, Fit Cisl, Uil Trasporti, Ugl Taxi, Federtaxi Cisal, Fast Tpnl, Uti Taxi, Movimento italiano tassisti, Faisa Confail Taxi, Usb settore taxi y Unimpresa.
Según un comunicado del sindicato Usb, la adhesión a la huelga ha sido alta: más del 80 % a nivel internacional, mientras que por ciudades el 100 % ha secundado los paros en Nápoles y el 90 % lo ha hecho en Roma.Estas protestas han causado molestias en algunas grandes ciudades, como Roma, Florencia o Milán, donde ha sido muy complicado encontrar un taxi en las calles, en los aeropuertos o estaciones ferroviarias.

Además, los taxistas se concentraron hoy en la capital italiana en una manifestación que comenzó en torno a las 10.00 horas locales (9.00 GMT) en el Coliseo y que finalizó en la Plaza Venecia, donde se reunieron en asamblea para explicar los temas abordados el miércoles en la mesa de negociación con el Gobierno.

El Ministerio de Infraestructuras y Transportes italiano explicó ayer en un comunicado que en esta reunión trasladó a los sindicatos el borrador del decreto que diseña para regular el servicio público de taxis y empresas de servicios de alquiler de vehículos con conductor (Ncc, en italiano).

El documento, que tratará de evitar las prácticas abusivas y la competencia desleal en el sector, deberá ser analizado por los taxistas durante los próximos días.

El pasado febrero los taxistas de toda Italia celebraron una huelga de seis días, a la que pusieron fin tras acordar con el Gobierno el inicio de las citadas negociaciones.

Las movilizaciones comenzaron el 16 de febrero, cuando el proyecto de ley que incluye la enmienda que aplaza la regulación de estos servicios privados fue aprobada en el Senado.

SALUT Y BUEN VIAJE

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QUE SE PARE EL TAXI, QUE ME BAJO DEL CAPITALISMO

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Suenan cláxones de guerra. Los taxistas de medio mundo, y por una vez España va al mismo ritmo que el resto de países, están quemados. Al precio de las licencias y las tasas municipales, no bajas en muchos municipios, y a las tarifas impuestas por los Ayuntamientos se les une ahora una competencia que ellos consideran ilegal:  Uber y Cabify . Si están o no dentro de la ley, todavía no está claro, aunque todo indica que más pronto que tarde habrá una legislación que abra las puertas de alguna manera a estas aplicaciones.

El asunto no es baladí. No somos conscientes de lo que ha cambiado nuestra vida en los últimos diez años gracias, o por culpa, de los teléfonos ‘inteligentes’. No voy a entrar en las relaciones sociales (Facebook, Snapchat, Whatsapp, Tinder, Grindr…) y en si somos más o menos ‘humanos’ que antes. Pero sí en lo que se ha revolucionado -sí, es una revolución- nuestra forma de gastar dinero y comprar bienes o servicios. La economía que ha venido es muy distinta a la que conocemos y o comenzamos a regularla (no me vengan con que los mercados se regulan solos) o nos encontraremos con miles de personas cuya trabajo se irá al garete y no sabremos qué hacer con ellos. Ojo, esto no quiere decir que haya que prohibir la conocida como economía colaborativa, al revés, simplemente que hay que construir unas reglas del juego que eviten la desaparición de miles de puestos de trabajo.

Uber y Cabify pueden acabar con el sector del taxi (más de 70.000 licencias en España, y cada licencia puede tener más de un conductor). Blablacar con las líneas regulares de autobús, el alquiler de coches… Airbnb con el sector hotelero, que no solo es NH y Meliá, también hay cientos de pequeños hoteles familiares. Y así, podríamos seguir sector por sector afectado por estas aplicaciones.

Parece evidente que la llamada economía colaborativa tiene varios efectos positivos para el consumidor. Lo primero, generalmente, es el precio. No solo el que obtiene por el servicio, también el que las grandes empresas que antes ofrecían el mismo producto están obligadas a rebajar (o contener) por la nueva competencia. El segundo beneficio, aunque menor, es que la oferta se multiplica y por lo tanto es más fácil encontrar algo que se adapte a tus gustos o necesidades. Luego está el ‘placer’ de plantar cara a las grandes empresas, esos monstruos que en nuestro imaginario han cobrado de más por servicios de calidad media en muchas ocasiones.

Y sí, usar nuestro poder como consumidores es un arma que debemos aprovechar para mejorar la economía y lograr mayor igualdad y justicia social… ¿pero acabar con el trabajo de nuestros vecinos es la manera? Porque, no nos engañemos, Blablacar, Uber, Cabify, Airbnb… no dejan de ser multinacionales que no pagan apenas impuestos en nuestros países y encima no generan empleo: ni bueno ni malo. Y destruyen parte del que tenemos. Por lo tanto, ¿combatimos realmente al sistema de la mano de estas empresas?

Economía colaborativa, sí. Siempre. Pero tiene que estar regulada. Y ser solidaria, también. Por suerte o por desgracia, somos animales de consumo. Así que consumamos con cabeza.

SALUT Y BUEN VIAJE

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