PIEDAD LA PRIMERA TAXISTA DE ESPAÑA

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                                  Piedad lleva a unos clientes por León – MUNDO GRÁFICO

La leonesa Piedad Álvarez Rubio fue un icono en tiempos de la República 

Piedad Álvarez Rubio fue un icono en tiempos de la República. «Mientras otras mujeres inclinan sus ojos sobre los libros de Filosofía y Derecho, mientras otras luchan con el hombre en la cátedra y en el laboratorio, aquí en León hay una mujer que gana su vida ante el volante de un coche». Así empezaba un reportaje a doble página que Mundo Gráfico publicó en 1935 cuando esta leonesa se convirtió en la primera taxista de España.

Años después Piedad tuvo que ‘competir’ con otras mujeres por tal honor, debido al desconocimiento que su caso tuvo para los grandes medios nacionales. Y así taxistas de Barcelona, Las Palmas o Lugo izaron también la bandera de haber sido la primera profesional del volante cuando el mérito era de ella. La mejor prueba es aquel primer reportaje.

Piedad aprendió a conducir cuando tenía algo más de veinte años y en 1932 sacó la licencia. Su madre tenía un garaje. Viendo a los chóferes y a su hermano ir y venir con sus coches se animó. «Yo estudié para maestra, aquí en León, pero tenía que ayudar a mi madre y empecé a trabajar», comentaba Piedad en aquella primera entrevista sobre sus inicios.

«La Peñina», como se la conoció, trabajó en el taxi 40 años, hasta 1974, y tenía su puesto en la antigua parada de Legio VII, al lado del Ayuntamiento en San Marcelo. Su licencia fue la 49 y, cuando se retiró, se la traspasó a un emigrante leonés retornado, Fernando Baro Alonso.

Desde que empezó en los años 30 hasta que León tuvo una segunda mujer al frente del volante de un taxi, tuvieron que pasar más de dos décadas. Esa segunda taxista se llamó Alejandra Álvarez Rubio y trabajó desde 1959.

«El último coche que tuvo doña Piedad Alvarez Rubio era un Seat 600, limpio, pulcro, esmeradamente cuidado. Creo que con este coche se retiró de la profesión. Eran muchos años de trabajo. Y más curiosidades, cuando estaba en la parada aprovechaba el tiempo, para entretenerse, leyendo novelas de aventuras, o de las llamadas «rosas», que ahora se dicen del corazón, escuchando también los seriales de la radio… Doña Piedad Alvarez Rubio era toda una mujer. Era una leonesa de primera y enamorada de su profesión», dejó escrito en la prensa local Máximo Cayón Waldaliso, quien fuera cronista de León, sobre la primera mujer taxista de España.

No es que la historia del taxi haya interesado mucho, aunque se cuenten por miles los profesionales del volante. Pocas son las referencias, ni siquiera en la era de Internet.

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Piedad comprobando el motos de su taxi. FOTO: MUNDO GRÁFICO

Lo que es cierto es que otras ciudades de España no contaron con mujeres taxistas hasta mucho más tarde. Todavía este pasado mes de marzo moría en Asturias Victoria Vasilievna Judoleeva, de 83 años, natural de Crimea y casada en Rusia con el vasco Ricardo Canteli, un «niño de la guerra» de padre asturiano. En 1964, según contaba con motivo de su entierro La Nueva España, ocho años después de llegar a España y sólo un mes después de recibir preparación en la escuela de la Mutua Nacional de Auto-Taxi, Victoria Vasilievna Judoleeva se convirtió en la primera mujer taxista de Madrid.

De otras pioneras hay menos datos, como de Dolores Trabado, de Lugo;, Margarita López Grau, de Barcelona, o de Ángeles Pérez Guerra, primera conductora de guaguas en Las Palmas. En cambio, en Nueva York, la primera carrera de una mujer al frente de un taxi fue el 1 de enero de 1915 y su protagonista se llamó Wilma Russey.

La llegada al mundo del taxi de Piedad Álvarez Rubio supuso toda una revolución, primero en una ciudad pequeña como León, de apenas 30.000 habitantes, y también para una sociedad como la española que abría nuevos campos a la mujer, como seña de identidad de la República. «Soy muy serena. Conducir es de una gran sencillez; sólo hace falta, en primer lugar, poseer esa serenidad, esa visión segura de las cosas», contestaba Piedad a Mundo Gráfico.

En su corto periplo, ya tenía incluso anécdotas, como cuando llevó a un grupo de carteristas. Les dejó en el sitio indicado, pagaron y así acabó la historia.

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La taxista habla con un reportero de Mundo Gráfico

Su jornada laboral era entonces de 12 horas, de nueve de la mañana a nueve de la noche, con una pausa para comer. Casada con otro taxista, su primer coche llevó la matrícula de León 2897 y solía sacar al día unas 50 pesetas.

Nunca se sintió discriminada por ser mujer. «No, nunca. Hay que saber hacerse respetar. Yo he llevado a un grupo de hombres solos de juerga, por ejemplo, y en ningún momento han dejado de respetarme El público es conmigo de una total corrección». Para entonces ya había visto de todo. Maridos con destinos un tanto secretos, parejas… «Hay que ser discreta. Es como si fuera nuestro secreto profesional», comentaba.

En 1961, la revista profesional de los taxistas españoles publicó que Dolores Trabado, de Lugo, era considerada la primera taxista de España, algo que desmintió el gran periodista leonés Joaquín Nieves desde las páginas del diario Proa haciéndole una entrevista a Piedad Álvarez Rubio, que para entonces ya acumulaba más de treinta años al volante.

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El primer  taxi que tuvo Piedad Álvarez Rubio, aparcado ante la Catedral. MUNDO GRÁFICO

Cuando empezó, confesaba a Nieves, nunca creyó que terminarían existiendo tantos taxis en León. «León empezó a crecer pero sin que nos imaginásemos que iba a ser lo que hoy es», confesaba.

Y recordaba también a su hermano, que fue decano de los taxistas leoneses, y aquel garaje de su familia «que influyó notablemente en esta afición mía por el mundo del motor».

Además de por el taxi, fuee muy popular por ser la propietaria de una tienda de ultramarinos en la calle La Rúa.

Piedad vivió en una de aquellas casas adosadas a la cerca medieval en la calle Independencia, cerca del bar Los Candiles. Nunca tuvo un accidente. Sí averías, que también sabía reparar salvo que fueran muy «gordas», como recordaba.

Los últimos años ya no trabajaba 12 horas, como cuando empezó. Con su Seat 600, relevaba con su taxi a otro compañero a la hora de comer y los días festivos. Al retirarse, su historia, como la de tantos, cayó entonces en el olvido.

SALUT Y BUEN VIAJE

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